martes, 28 de diciembre de 2010

Ha llegado el fin

Lo que aquí me dispongo a contar es una primicia mundial, un secreto que pronto será mostrado al mundo pero que yo he descubierto adelantándome a los acontecimientos.
Gracias a la web secreta de un primo de wikileaks, he tenido acceso a unos documentos supersecretos de la muerte en los que figura el acta de una reunion celebrada en un puerto tibetano al pie de las montañas.
En ese lugar ignorado por la multitud, Bill Gates, el poderoso empresario reunió a algunos de sus más importantes colegas para dar forma a su oscuro plan.
El señor Gates (Billy para los allí presentes) se sirvió de su influencia sobre los Illuminati, los Rosacruces, los Masones y los hinchas del Atlético de Madrid para que los directivos de algunas de las más importantes empresas mundiales cancelasen todas sus agendas y acudieran a la fatídica reunión.
Desde los más diversos puntos del planeta acudieron al remoto lugar al que sólo se accede usando medios de transporte de alto riesgo como carros de estiercol lowcost o submarinos nazis de segunda mano comprados en Ebay.
Uno a uno se presentaron y se identificaron con la contraseña que cada uno había recibido en su Iphone (Por aquello de las acciones de Apple en poder de Gates), dicha contraseña era la clave numérica: 4, 8, 15, 16, 23, 43 (el último número es para despistar) y les permitió la entrada en lo que realmente resultó ser la fortaleza secreta de la Órden de Malta.
Cuando todos ocuparon sus puestos alrededor de la mesa redonda, Bill explicó sus maquiavélicos planes a todos.
Harto de ver como a lo largo y ancho de internet se vilipendia, se odia e incluso se prohibe el paquete tipográfico estrella entre los incluidos con windows, la.... Cómic Sans, Gates se vió obligado a reconocer que había llegado el momento de confesar que esa fuente fue creada con un único fin, la dominación del mundo mediante la implantación de una tipografía única que anule el diseño gráfico y con él todo lo bueno de este mundo.
A continuación, el terrible B.G., sirviéndose de favores pendientes de corresponder, consiguió que cada uno de los presentes se comprometiera a cambiar la tipografía de su logotipo por la Cómic, para iniciar así lo que será el primer paso de un horrible plan de exterminación mundial.
Gracias a la web del primo de wikileaks he tenido acceso a lo que pronto será un secreto a voces, y siempre en base a la obligación que como diseñador tengo, me dispongo a mostrar aquí el resultado (Espíritus sensibles abtenerse), no cabe duda, este es el fin, que San Paul Rand nos pille confesados.
Feliz día de los inocentes a todos.
Os deseo un nuevo año lleno de buen diseño, nos lo merecemos.


sábado, 18 de diciembre de 2010

Logoglíficos.

Desde hace un tiempo, todo el mundo en este país necesita o cree necesitar un logotipo, una identidad gráfica representativa, una imagen que sea su sello.
Ese repentino interés por la identidad corporativa se debe en gran parte al trabajo de los diseñadores que, machacando insistentemente con la importancia que ese aspecto tiene para una empresa, porque es cierto y por conveniencia económica para nosotros, hemos conseguido una cierta concienciación, aunque aún hay mucho camino por delante.
Pero no sólo las empresas sienten esa necesidad, el interés por la identidad gráfica se ha extendido a particulares y entidades variadas, entre ellas algunas tan ambiguas  y de identidad tan difusa y mutante como las ciudades, comunidades autónomas y demás ámbitos geográficos.
Quizás porque el lenguaje de las banderas les resulta caduco, quizás por la necesidad de distinguirse del resto para pregonar de ese modo la excelencia de un municipio o región en estos tiempos de chauvinismo por decreto, el caso es que de un tiempo a esta parte no hay zona geográfica que no disponga de un logotipo.
Mientras que los ayuntamientos acostumbran a recurrir a versiones sintetizadas de sus escudos históricos que en muchas ocasiones acaban por divergir del significado original de la marca heráldica, las comunidades autónomas difieren en el motivo principal de su marca gráfica pero con orígenes similares.
Las comunidades de Galicia, Asturias, País vasco, Navarra, Cataluña, Cantabria, Valencia, Murcia y Castilla-La Mancha recurren a su escudo o a una parte de él. Aragón y Andalucía se sirven de una versión más o menos sintetizada de su bandera Mientras que La Rioja y Madrid se salen de la tónica.
La Rioja usa como símbolo una recreación esquemática de su paisaje, como lo hiciera Asturias en su famoso y acertado logotipo de promoción del turismo, y Madrid definitivamente prescinde de todo esto y se decide por un logotipo que pretende destacar por originalidad y simbología, aunque en mi opinión está lejos de conseguirlo.
Para quien no lo conozca, este el logotipo de la comunidad de Madrid:

Una solución básicamente tipográfica que juega con el color rojo de la bandera incorporándolo (junto a las siete estrellas) a la letra capital del nombre de la comunidad.
Todo el mundo entiende por qué hay una M mayúscula en el logo, pero poca gente entiende por qué es precedida por otra M inclinada noventa grados hacia la izquierda.
Mi trabajo como diseñador hace que los no avezados en las disciplinas del diseño me tomen a veces por una enciclopedia andante, los que lleva a los que me rodean a consultarme sobre cualquier duda relacionada sobre el diseño que les surja y que muy a menudo respondo después de dar una vuelta por Internet o por mi biblioteca. Entre esas preguntas, una de las más frecuente es ¿Por qué esa m girada?
Pues bien, la respuesta está en el mismo logotipo, más concretamente en el baseline (frase al pie) que lo acompaña "La suma de todos" ya que la M, al girar se convierte en el signo sumatorio, y de este modo un logotipo tipográfico se convierte en una fórmula matemática.
La idea es buena en su origen, puede ser una forma de resaltar el lema de la comunidad, pero desgraciadamente no es apropiada.
La comunidad de Madrid tiene una pirámide de población regresiva en forma de bulbo, lo que indica que la mayoría de su población roza los 70 años. Bien, de todos esos habitantes ancianos en su mayoría, ¿Cuantos conocerán el signo sumatorio y su significado?
El signo, que no es otro que la letra griega sigma mayúscula, se da a conocer en la enseñanza reglada cuando se comienza a estudiar estadística, acabada la enseñanza primaria o básica. ¿Cuantas de las personas que habitan en la comunidad llegaron a estudiarlo y cuantas de las que lo hicieron lo recuerdan?.
Resulta contradictorio el intento de representar el concepto de que la comunidad resulta de la suma de todos sus habitantes, si susmismos habitantes no conocen e identifican la forma en que se hace. Es ahí donde radica el grave error de un logotipo por otro lado correcto e incluso diferente, en usar un elemento que no es entendible por aquellos a los que va dirigido, lo que le otorga un carácter elitista contrario a la idea que quiere transmitir.
Los símbolos que acompañan a los logotipos no tienen por qué ser entendibles. Pocas personas conocen el significado del logotipo de BMW (Las aspas de la hélice de un avión en movimiento), el de Nike conocido como swoosh ( Un ala de la diosa griega de la victoria, Niké) o el de Apple (La Manzana de Newton), pero su conocimiento no es preciso para la asimilación del logotipo, lo cual se produce generalmente por saturación, cuando el logotipo se convierte en un elemento cotidiano aceptado por quien conoce su significado y por quien no a base de verlo casi a diario. 
En el caso del logotipo de la comunidad de Madrid lo que le da sentido es un símbolo que lo explica y lo conforma, pero que no es identificado por la mayoría de los que lo usan o contemplan, de este modo deja de ser la suma de todos para reducirse a un máximo común divisor, por citar un algoritmo excluyente cualquiera. Un logotipo que no es la suma de todos sino la resta de unos pocos.
La afición por los logotipos jeroglíficos debe ser algo común en la Comunidad de Madrid como ya se demostró con otro logotipo, el destinado a la promoción turística de la comunidad en el extranjero, que también obedece a una idea jeroglífica. No es una mala idea, al menos para países anglosajones, no sé como funcionaría en Francia, por ejemplo, pero su resolución gráfica y tipográfica es lamentable.

En fin, esto de los logotipos o sus aplicaciones fallidos debe ser patrimonio de Madrid, no hay más que ver la desastrosa aplicación del logotipo del ayuntamiento, si es que se puede hablar de una aplicación real, pero eso ya es tema para otra entrada.

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lunes, 29 de noviembre de 2010

¿Mal diseño o encargo imposible?

Recientemente se ha ¿celebrado? ¿conmemorado? el día internacional contra la violencia de género.
Un día para recordar al mundo el problema existente a ese respecto y para olvidarlo el resto del año, un día para que los políticos se hagan la foto y se gasten millonadas en campañas publicitarias.
Una de esas campañas, la realizada por la comunidad de Madrid, aún puebla las marquesinas del metro y otros lugares similares.
Esta campaña tiene la forma de carteses divididos en dos partes. Una superior que ocupa algo así como un tercio del afiche en la que se ve el rostro de un hombre con mas cara de víctima que de maltratador y la frase "Eres mía", y el resto del cartel con la imagen de una mujer colocando sus brazos sobre los hombros de otra (A ninguna de ellas ses les ve el rostro) para consolarla, aunque más bien parece que la esté estrangulando, y la frase "No eres suya".
Hay otros carteles similares, con diferentes fotografías y frases (escritas por cierto en caja baja, saltándose las normas de ortografía) pero manteniendo la misma idea.
Cuando la ví pensé que no es una buena campaña, incluso es mala, y es así por diferentes motivos.
Desde un punto de vista meramente formal no llama la atención, es monótona, fría y sosa, su gama cromática es limitada y no llama la atención. La imagen del supuesto maltratador no es más que el rostro de un hombre que igualmente podía estar anunciando cereales o loción de afeitar, el apartado destinado a la mujer maltratada tiene tanto aspecto de foto de estudio, tan carente de emoción que dudo que cualquier maltratador se plantee dejar de serlo por ver este cartel, del mismo que pienso que ninguna mujer se atreverá a traspasar la fuerte barrera del miedo por que se lo diga una campaña de la comunidad de Madrid o de cualquier otra institución.
Pensé que de nuevo las instituciones habían gastado su dinero en campañas inútiles y me vinieron a la mente algunas anteriores de igual o peor eficacia, siempre desde mi punto de vista.
Por ejemplo una del extinto ministerio de igualdad, especialista en campañas costosas y mal diseñadas, cuyo lamentable lema es "Sácale tarjeta roja al maltratador"
Así sin más, escrito con un enorme cuerpo de letra pero no tan grande como el logotipo del ministerio que casi se convierte en el motivo principal del poster.
A este cartel acompaña una extensa serie de videos y fotografías en donde famosos de todo tipo se dejan ver con gesto circunspecto y una tarjeta roja en las manos.

¿Alguien ha pensado realmente que esta campaña conseguiría reducir las tristes cifras del maltrato en este país? ¿Habrá una sóla persona que denuncie, se defienda o abandone una actitud violenta sólo por ver al famoso de turno enseñando una tarjeta roja?
El mero hecho de basar una campaña institucional, que es la imagen de un ministerio, en un juego deportivo es no sólo ineficaz sino incluso peligroso. ¿Nadie se dió cuenta de que comparar el maltrato y los crímenes sexistas con el fútbol es una frivolidad que ridiculiza a las víctimas e incluso envalentona a los criminales?
Por si fuera poco, acompaña a esta iniciativa una página web en cuya home podemos leer literalmetne:

1. DESCÁRGATE TU TARJETA ROJA.
Para unirte a esta causa, sólo tienes que pulsar el botón "Descargar" y obtener tu tarjeta roja que podrás imprimir en tu casa.
2. HAZ UNA FOTO.
Plántale cara al maltratador haciéndote una foto con tu tarjeta roja.
3. ENVIÁNOSLA.
Pulsa el botón "Enviar foto" y sigue las instrucciones para adjuntar el archivo.

Sencillamente patética, sobre todo sabiendo que viene de una institución tan importante como un ministerio que con esta idea convierte a las mujeres maltratadas en objetos de burla al sugerirles que luchen contra el maltratador que las acosa, agrede y en algunos caso asesina, enseñando una tarjeta roja. Como si la vida fuese un momento entre partido y partido, y no al revés.

Acuden más campañas similares a mi memoria y todas igualmente fallidas e inútiles, y eso me lleva a pensar que, salvo en el caso de la dichosa tarjeta roja, puede que la culpa no esté por una vez ni en el diseñador o creativo ni en el cliente, sino en el propio motivo del encargo.
El maltrato, la violencia contra las mujeres (o contra los hombres, que también existe) es un mal tan terrible, tan arraigado en nuestra sociedad desde hace tantos años (Mucho antes de que la prensa se encargara de ella a diario buscando más el incremento de la audiencia que el decrecimiento de las fatídicas cifras que nos repiten una y otra vez) que no se puede luchar contra ello con campañas publicitarias, por muy buenas que sean, por mucha sabiduría que el diseñador aplique en su realización. No al menos mientras no se busque un punto de vista nuevo y original.
Para preparar esta entrada he buscado en internet campañas alusivas al mismo tema y he encontrado infinidad de ejemplos que constatan mi argumento, por diferentes motivos, pero por dos principales.
En primer lugar ningún maltratador dejará de serlo por ver un cartel y ninguna mujer se atreverá a enfrentarse a su agresor sólo porque se lo dice una foto en una pared, eso es algo tan obvio que no debería ser preciso recordar.
En segundo lugar actua de nuevo la constumbre como elemento sustancial en el éxito de un producto de diseño. Lo queramos o no estamos saturados de información, o más bien de cifras sobre los casos que van apareciendo, y eso nos insensibiliza. El exceso de menciones de este problema da lugar a que nos hayamos acostumbrado, a que desgraciadamente se haya convertido en algo arraigado en nuestra cotidianeidad, y por ello pasamos ante un cartel indiferentes, pensando en otro asunto.
Para que una campaña de este tipo surja efecto debe cambiar su orientación, apartarse de la imagen de la mujer con el ojo morado y del hombre con expresión iracunda, todos sabemos en qué consiste la violencia sexista, de nada sirve que una vez más nos muestren la misma imagen, hay que explorar nuevas vías, centrarse en otros aspectos del problema e incluso buscar un nuevo público, centrarse tal vez en los jóvenes que pudieran llegar a ser las víctimas o los agresores del mañana, educándoles a ellos se solucionará en gran parte el problema.
Relativo a esto quiero terminar alabando dos iniciativas de diseño llevadas a cabo en diferentes momentos pero que a mi entender han explorado caminos diferentes al resto para alcanzar un mismo objetivo.
Una es reciente, proviene también de esferas ministeriales y ha nacido en el estudio de Alberto Corazón.
Es algo tan sencillo como un eslogan ocurrente, "MachisNO", representado gráficamente de forma sencilla, sobria pero contundente.
Esta campaña no habla de maltratos, de muertes, de ayuda a las víctimas ni de castigo a los violentos, sino que va directamente a la raiz, al machismo, que es origen del problema.
Este eslogan y su representación gráfica puede ser impreso en forma de camisetas, adhesivos y chapas, lo cual puede ayudar a que se propague entre jóvenes que lo lleen siempre visible, por su fuerza visual y su mensaje contundente. De este modo el mensaje de rechazo al machismo, de una forma casi inconsciente, puede calar entre los jóvenes y así evitar males mayores a largo plazo.
La otra campaña es más antígua en el tiempo aunque de vez en cuando vuelve a la palestra. Comenzó su andadura de mano de la federación de mujeres progresistas pero ha sido utilizada más veces por diferentes colectivos.
Es algo tan sencillo como un cartel horizontal dividido en dos mitades, la una rosa casi magenta (siempre esos colores, siempre, hasta saciar) en la que se encuentra el poderoso lema "El amor no es la ostia" y en la otra mitad, sobre fondo verde, la imagen de una mano con un guante de boxeo entregando un ramo de lirios.
Es una buena campaña pues no habla del maltrato directamente, sino de como algunos maltratadores cambian su actitud tras su acción sirviéndose del miedo para obtener el perdón de la vícitima y que de este modo así no denuncie.
Es un cartel contundente en la gráfica y en el mensaje.
Esa frase "El amor no es la ostia" llega directamente a los jóvenes acostumbrados a ese tipo de lenguaje que captarán rápidamente el doble sentido y la harán suya, convirtiéndola con suerte en un leitmotiv.
Es como digo una buena campaña pero con un pero, y un pero muy grande.
Ostia, escrito así, sin h, es según la R.A.E.

(Del lat.  ostrĕa)
1. f. ostra.

Porque eso es una ostia, una ostra, además de un antíguo asentamiento romano en Italia.
Es increible que ninguna de las personas por las que pasara el cartel antes de ser impreso se diera cuenta de tamaña falta de ortografía.
Ni quien lo diseñó, ni el ministerio, ni la imprenta, nadie fue capaz de ver que el cartel y toda la campaña se basaba en una tremenda falta ortográfica. 
Aún hoy se sigue usando esta campaña y nadie ha corregido el error.
Así funciona el diseño en este país.


Para concluir dejo algunos ejemplos de campañas nacionales y de otros países que, siempre desde mi punto de vista, nacieron con una loable intención pero condenadas al fracaso.


Otra  más con famosos
 Vale para una señal de tráfico o para una cajetilla de tabaco.
 Un juego de palabras pueril, impropio de Amnistía internacional.
 Demasiado confuso para que alguien se pare a leer.
 ¿Es necesario el fondo de flores y degradados?
Magenta rosáceo, siempre el mismo color, no hay innovación, no hay nada que se salga de la rutina gráfica.
¿Realmente importa por qué pega el agresor?

Enlaces de interés:
Un sátira inteligente de una campaña que no lo es
La campaña de la tarjeta roja
La web de Alberto Corazón

martes, 23 de noviembre de 2010

Tortugas, zanahorias y conejos

Hay diseñadores expertos en cartelería, en identidad, en mobiliario o en Packaging, entre otros, auténticas lumbreras en su materia que pueden hablar horas sobre la excelencia de la rama del diseño en la que han decidido posarse, pero cualquiera de ellos dudará si se les pide que expliquen qué es el diseño.
Existen tantas definiciones como diseñadores, y cada una tan acertada como errada. Ninguno de nosotros es capaz de definir aquello que conocemos tan bién y de lo que hemos hecho nuestra vida.
Ante tanta duda, acudí como de costumbre al diccionario de la R.A.E. para ver qué encontraba y esto es lo que me mostró:

Diseño:
      (Del it disegno)
      1. m. Traza o delineación de un edificio o de una figura.
      2. m. Proyecto, plan. Diseño urbanístico
      3. m. Concepción original de un objeto u obra destinados a la producción en serie. Diseño gráfico, de modas, industrial.
      4. m. Forma de cada uno de estos objetos. El diseño de esta silla es de inspiración modernista
       5. m. Disposición de manchas, colores o dibujos que caracterizan exteriormente a diversos animales y plantas.

Tal y como me temía, la consulta sólo sirvió para afianzar mi creencia de que el diccionario es una especie de viajero en el tiempo que nunca consigue alcanzar al presente.
Continúo sin resolver una duda que probablemente me acompañará siempre pero que ha quedado algo más disuelta después de una reciente experiencia.

Todo aquél que se atreve a adentrarse con un automóvil en una ciudad como Madrid, sabe que encontrar una plaza de aparcamiento libre es una tarea digna de titanes, y de ahí que sea una opción segura recurrir a un aparcamiento de los muchos que horadan la ciudad.
Estos son lugares inmensos, donde reposan cientos de vehículos, cada uno en una plaza igual a la anterior y a la siguiente, por lo que es difícil distinguir una de otra y por tanto memorizar en qué lugar se aparcó el coche. 
Es normal que al regresar a por el auto, el conductor no recuerde dónde este le espera entre tanta planta y tanta plaza. En algunos casos cada planta responde a un código de color, con lo cual es más fácil encontrarla, y para llegar a la plaza de aparcamiento puede uno accionar el mando a distancia para que el vehículo responda con un pitido como un perrito que reconoce a su amo, pero reconozcamos que no es una forma muy ortodoxa de orientarse.
Pues bien, recientemente accedí a un aparcamiento de Madrid y me topé con una solución al problema ingeniosa e incluso divertida que puede solucionar el problema de recordar la planta dónde se dejó el coche, lo de la plaza ya corresponde a la memoria de cada cual.
Este aparcamiento tiene tres plantas y a cada una de ellas se le ha asignado un color, pero como eso no suele ser suficiente, en cada una de ellas, allí donde aparece el número señalizador, encontramos un pictograma.
En la primera planta, por tanto la más superficial, nos encontramos con una tortuga, en la siguiente planta vemos una zanahoria, y en la más profunda un conejo.
Son pictogramas sencillos, plasmados en la pared rugosa a golpe de espray y plantilla, a veces con los bordes difusos pero no por ello menos efectivos.
Qué fácil es ahora recordar si nuestro coche está aparcado junto a una tortuga que anda por la superficie, junto a una zanahoria poco enterrada o al lado de un conejo que cava profundos túneles. Los diferentes pictogramas permanecen en nuestra memoria pues tienen una fuerte pregnancia visual.
Sé que no es el único aparcamiento que ha recurrido a este tipo de recursos, ni será probablemente el primero, pero es el que yo he conocido.
Esto que aquí cuento es, para mí, un claro ejemplo de diseño del bueno.
El diseño no es adorno, no es ornamento vano que va allí dónde lo dirigen las mareas de la moda, es forma pero sobre todo es función. 
El diseño es, ante todo, una forma de aportar soluciones a problemas cotidianos, y esas soluciones pueden ser gráficas como en este caso o de cualquier otra índole. El diseño es utilidad al contrario del arte al que le corresponde el privilegio de buscar la belleza por la belleza. 
El diseño, qué duda cabe, puede y debe ser belleza, pero sin dejar de lado su fin principal, el de aportar la solución a un problema, el de contribuir a mejorar la vida, la sociedad en sí, lo cual no es tarea vana pero que se consigue poco a poco, a golpe de tortugas, zanahorias y conejos.


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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Sobre libros, los unos y los otros.

Es mucho lo que se ha hablado sobre el libro electrónico desde que se presentó en el mercado. 
A su favor o en contra se han alzado todo tipo de voces y cada una esgrimiendo argumentos diferentes.
Por todo ello no creo que yo sea capaz de aportar nada especialmente novedoso, pero considero que en un blog dedicado a la crítica del diseño debe aparecer una reseña sobre el artículo de diseño más famoso actualmente, corrijo, artículo de mal diseño.
Considero que el "ebook", o para ser exacto los lectores de libros electrónicos, han llegado al mundo con una seria tara de nacimiento, su diseño descuidado y mal dirigido, equivodado, lo cual puede impedir que se impongan como pretenden, más que otros factores defendidos por los entusiastas del libro tradicional basados en conceptos nostálgicos y románticos que muy poco afectan al mercado.
En mi opinión, el libro electrónico tiene en el libro de papel un serio rival porque al diseñarlo han puesto mucho interés en que parezca el último gadget de una película de ciencia ficción pero no han tenido en cuenta los puntos fuertes de su competidor, lo cual es un error en cualquier producto que se lance al ruedo del mercado actual.
Cada libro  de papel es una unidad diferenciada del resto de los de su condición, incluso de los ejemplares de una misma edición o los de una colección homogénea. Un volumen (ya el nombre habla de algo tangible y corpóreo) es una unidad diferente a las demás por su peso, por su color, su tacto, su número de página invariable en cada edición, su olor de fábrica y el adquirido por el uso, así como un largo etcétera de factores. 
Un volumen es un todo diferenciado de los demás, y eso invita a la compra, a la posesión. Siempre apetece más tener un Picasso que una reproducción en serie del Guernika, con la diferencia de que en este caso la diferencia de precio entre original y copia es mucho mayor que entre el libro de papel y el digital.
Pero esas características físicas no sólo ayudan a la compra del libro, sino a la persistencia en nuestra memoria. De cada libro leido no sólo recordamos las sensaciones dejadas por su argumento o materia, sino también donde lo compramos, en qué lugar de la estantería reposa, el marcapáginas que utilizamos para no perdernos en su lectura, etcétera.
Todo ello le proporciona al libro tradicional una identidad, algo que lo diferencia de los demás, que se hace un hueco en nuestro subsconciente añadiéndolo a nuestro conjunto de vivencias y experiencias con un peso específico. Cada volumen es único, diferenciado y diferente de los demás, mi ejemplar de "Cien años de soledad" por poner ejemplo, es totalmente diferente del de cualquiera que lea esto, es el mio, el único.
En el libro electrónico, cada título queda reducido a una cadena de caracteres digitales con una tipografía y maquetación variable, personalizable y por tanto inconstante.
El recuerdo que nos deje, su persistencia en nuestra memoria y por tanto el deseo de adquirir otro, dependerá mucho más del lector utilizado que del propio libro, que ahora no es más que un nombre y una extensión en un disco duro (Independiéntemente de su calidad textual, desde luego)
No entiendo como ninguno de los diseñadores de los muchos modelos de lectores que existen no tuvo en cuenta este aspecto para diseñar aparatos más cercanos a la costumbre colectiva, con un mayor aspecto de libro clásico, con una mayor diferenciación de los de su clase.
Sin embargo todos los reproductores (Prefiero llamarlos así, pues leer implica algo más que reconocer caractéres) son casi idénticos, diferenciados en su diseño por mínimas divergencias que se limitan al número de botones y su colocación, y poco más.
Todos los que he visto tienen una pantalla de color gris, algo a lo que no estamos acostumbrados pues el papel es blanco o ligeramente amarillento. Las letras son igualmente grises, en una tipografía grotesca diseñada para pantalla que no puede competir con, por ejemplo, una garamond en cuanto a legibilidad y fluidez en la lectura. Es un entorno hostil para nuestra costumbre, más cercano a la pantalla de un electrodoméstico que a un lugar para la lectura continuada.
Además, no hay que olvidar que estamos leyendo en una pantalla y por tanto lo hacemos con luz incidente, frente a la luz reflejada del papel. Por mucho que las pantallas intenten imitar al papel siguen siendo eso, pantallas, emisores de luz.
En definitiva, creo que el libro electrónico sigue teniendo un largo camino por delante hasta suplantar al libro de papel, al menos mientras su diseño no se acerque más a las necesidades de las personas que a las de las películas de Star Trek.
Ni creo que esté cercano el final del libro de papel ni creo que el libro electrónico no triunfará, sólo que lo hará muy lentamente, conviviendo un largo periodo de tiempo con su competidor e implantándose léntamente en nuestra costumbre a medida que las nuevas generaciones crezcan leyendo en una pantalla y adaptando sus ojos a ella, siguiendo la carrera imparable de la evolución humana. 
Mientras tanto seguiré siendo de los que compran un libro por las tapas.

Enlaces de interés:
El informe del ministerio

martes, 9 de noviembre de 2010

Kubrick, el diseñador

Recientemente, con la excusa de la celebración de Halloween me reuní con unos amigos para celebrar una velada cinematográfica casera, la película elegida fue "El resplandor", de Stanley Kubrick.
Había visto esa película hace ya muchos años, cuando era casi un crío, y no aprecié en su día su grandeza. Ahora, pasados los años, he quedado fascinado ante una película en la que el director dirige pero también diseña como lo haría un diseñador gráfico.
"El resplandor" cuenta una historia convencional, nada fuera de lo común. Sus protagonistas perpetran una de sus peores interpretaciones por sobreactuados (pero probablemente las más recordadas de cada uno), y sin embargo "El resplandor" es una película que atrapa, que subyuga y atemoriza de una forma especial, fascinante a la vez que inquietante. Eso se consigue gracias a que el director planeó cada una de las secuencias a la manera de un diseñador gráfico, cuidando tanto el fondo (La historia) como la forma (El entorno, lo que vemos en cada momento, no sólo la acción).
Kubrick dispone en todo momento el entorno en el que se desarrolla la historia como un diseñador colocaría el texto o las imágenes en una pieza de diseño, consciente de que la impresión que se produce en el espectador dependerá en todo momento de como haya dispuesto cada elemento de la película, por pequeño o insignificante que pueda parecer.
S.K. sabe que no basta con ver a Nicholson haciendo muecas para sentir miedo, ni siquiera con la estupenda banda sonora (Bela Bartok, Gyorgy Ligetti, Krzysztof Penderecki, Wendy Carlos, Al Bowlly), sino que tiene que ir más allá para atemorizar e inquietar al espectador. Para ello recurre a un uso exasperante y reiterativo de la simetría, una simetría que ha dado lugar a algunos de los planos más fascinantes de la historia de séptimo arte.
Nuestro entorno natural es asimétrico, la simetría no es una constante en el mundo a nuestro alrededor, que más bien suele tender al caos y el desorden, y por ello nos resulta atractiva en su justa medida pero agobiante, asfixiante, cuando se usa en la medida en que Kubrick lo hace.
Conforme la familia Torrance comienza a quedarse sola, el desorden de gente entrando y saliendo da paso a largas escenas de soledad en un hotel enorme, inabarcable, que comienza a ejercer su influencia sobre los habitantes, y para que sintamos eso Kubrick recurre a escenas trazadas con compás y cartabón, donde los elementos se distribuyen por la pantalla sin que dejar la más mínima oportunidad al azar. Todo está medido y calculado para producir ese desasosiego en el espectador que irá creciendo a lo largo de la película.
Para comprobarlo conviene analizar algunas de las más famosas escenas de la película, las que le han dado su identidad.

El comienzo de la locura de Jack se adivina cuando examina la maqueta del mismo laberinto en que están jugando su mujer y su hijo.
Es un laberinto simétrico con respecto a un eje vertical principal y muchos secundarios tanto verticales como horizontales, una figura perfectamente ordenada pero dificil de asimilar a un primer vistazo, y por eso mismo desconcierta, por su complejidad, como ocurre con tantos malos diseños con los que nos encontramos a diario, y eso Kubrick lo sabe y lo utiliza adrede.

El siguiente fotograma es un perfecto ejemplo del empleo del diseño llevado a cabo por Kubrick. El niño juega en el suelo, está sólo en el centro de la imagen, lo cual sería suficiente para centrar nuestra mirada, pero S.K. va más allá y lo encaja como una pieza de puzzle dentro del diseño geométrico y simétrico de la moqueta. Las líneas rectas dirigen nuestra mirada (En amarillo) hacia él, de forma rápida y directa, sin distracciones, pero después sus juguetes, situados a su alrededor, introduciendo el desorden entre la simetría, lo rodean en un semicírculo, rompiendo bruscamente con la recta, relajando de este modo la mirada por un momento para, justo en ese momento, hacer entrar en plano la pelota fantasma. Este es un ejemplo modélico de como todos los elementos que aparecen en un diseño gráfico cumplen una función e influyen sobre su espectador. Nada es superfluo, no hay lugar para el azar y como actuemos sobre ellos condicionará el efecto que se produzca en el destinatario final.


A lo largo de la película, la pared donde se encuentra el acceso a los ascensores se muestra en diferentes ocasiones, rio de sangre incluido.
la disposición de cada elemento en esta imagen es perfecta, estudiada hasta el último de sus detalles, medida y calculada.


Todo es órden. Los pesos y el espacio vacío se distribuyen ordenadamente en bloques simétricos, que relajan a quien los contempla. Los indicadores del piso en que cada ascensor se encuentra son igualmente simétricos, ordenados.
las puertas se encuentran rodeadas por los muebles que parecen reflejados en un espejo, incluso las imágenes en los cuadros parecen ser gemelas.
Y todo esos elementos reposan en la imagen sin entrar en conflicto entre ellos o con el espectador porque respiran gracias al aire que hay entre ellos, a las paredes y el suelo que los separan, los armonizan y serenan.
No sólo las formas y las líneas contribuyen a crear sensaciones. El uso del color cálido, en una gama entre rojo y marrón, está presente en todo el hotel, obsesivamente, donde quiera que la cámara se dirija, afixiando el ojo del espectador que sólo tiene ocasión de contemplar colores cálidos, de la misma gama cromática.
Curiosamente, los colores fríos sólo aparecen en las escenas sobrenaturales; en los vestidos de las gemelas, en el cuarto de baño verde donde está la mujer en la bañera, en las cervezas del bar. 
Así actúan los maestros del diseño gráfico, meditadamente, sin lugar a la improvisación, conscientes de que la sensación que producirá su diseño depende del trabajo que hayan realizado previamente. Un trabajo que muchas veces no se vé, pero se nota.

Pero esa armonía que produce el órden lleva al desconcierto y el desasosiego cuando no es natural, cuando se asocia a elementos discordantes.
Como ejemplos valgan tres fotogramas.
Uno muestra el texto que Jack no ha parado de escribir todo el tiempo, el segundo corresponde al inquietante momento del encuentro con el camarero y el tercero es uno de los momentos cumbres de la película, aquél en el que Jack intenta romper la puerta que la separa de su mujer con un hacha.

En el fotograma de la máquina de escribir, la simetría es total con respecto a múltiples ejes. Sólo se rompe por algunos errores insignificantes en la escritura.
Kubrick quiere que el espectador se centre en el hecho de la frase repetida, y para ello elimina elementos superfluos y conduce la mirada hacia el texto excrito que cobra todo el protagonismo, pues la repetición de los otros elementos en su simetría casi los anula, los minimiza y los borra de nuestra atención. Las guías de la máquina de escribir son también las de nuestros ojos, vamos donde nos llevan ellas, guiados y dirigidos por el diseñador.

El momento en que el camarero fantasma se dirige al protagonista inquieta por inesperado, pero no por ello Kubrick recurre al caos tan habitual en escenas cinematográficas que corresponden a la aparición de fantasmas, sino que crea un plano en el que el protagonista, situado en una pose simétrica, se encuadra sobre un fondo en forma de cruz en el que las botellas de cerveza (también fantasmas) se muestran luminosas, colocadas cada una en idéntica posición, ligeramente giradas hacia la izquierda las de la izquierda y hacia la derecha las de la derecha.
Tanta exactitud en la colocación de unas botellas de cerveza dentro de un bar no es natural, es incluso más irreal que la misma aparición del espíritu, y con eso juega Kubrick. El director compone una instantánea en la que lo irracional y lo fantasmágorico está presente, llenándolo todo, pero no por la presencia del inquitante camarero, sino por la disposición de las botellas.
Un buen diseñador conoce su mundo, su realidad, y sobre él actua y de él se sirve, como hizo kubrick, haciendo ver al espectador que se adentra en la parte más sobrenatural de la película porque las botellas están colocadas de forma irracional, más propia de un espíritu que de un ser humano.
Y para terminar, por no aburrir pues el tema da para mucho, un comentario sobre la escena del hacha.
En este momento de la historia todo es caos, el esposo enloquecido intenta asesinar a su esposa entrando con un hacha en la habitación donde ella está.
Pero incluso en este momento, Kubrick vuelve a actuar como un diseñador y divide la escena en dos partes iguales, divididas por un eje situado en el centro de la pantalla, creando un díptico. A cada lado una información diferente, en uno el ansia asesina de Jack Torrance, en el otro el terror de una esposa acorralada. Dos situaciones contrapuestas, pero que forman un todo.

Podría hablar mucho más sobre la labor de diseñador gráfico que a mi juicio realizó Kubrick, pero no me extiendo. Dejo unos enlaces para quien quiera investigar por su cuenta.

Enlaces de interés:
Sobre la película
Más sobre la película
Sobre la simbología
Curiosidades

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Bancos para no sentarse.

La madrileña calle de Serrano y algunas aledañas, tras un largo periodo de obras y aceras levantadas tan típicas de la capital, estrenaron hace poco un nuevo aspecto tras una reforma que ha ensanchado las aceras, plantado más árboles, creado un carril bici y mejorado en general las aceras y el tránsito de la calle.
Las aceras, ahora más anchas y transitables, presentan un diseño en algunos de sus elementos como las baldosas o los huecos para los árboles con un cierto aspecto romboidal, como de diamante asimétrico, quizás por ser la calle del lujo, tal y como se puede apreciar en esta fotografía.

Este aspecto romboidal se ha hecho también extensible al diseño de los nuevos bancos que ahora lucen sus aceras. 
Es loable ese intento de dar cohesion formal y visual a los diferentes elementos que conforman una calle, tan poco frecuente en nuestras ciudades, pero en este caso es un intento que tiene unas consecuencias no deseables y seguramente no deseadas.
Los bancos son de dos tipos, unos sin respaldo como este que aquí se aprecia:

Y otros con respaldo y un sólo brazo, como este otro: 

El diseño en ambos es extraño, asimétrico y con la sensación de haber sido deformado a posteriori más que de haber sido ideado con esa forma en su origen. Aseguran los autores que los bancos han sido diseñados con esta forma "Para no dirigir la mirada", cosa que no entiendo.
En el caso del banco sin respaldo, el mal es menor, pero en el caso del otro banco nos encontramos con un problema, pues aquellos que deseen sentarse a descansar en ellos, se encontrarán con que existen dos áreas de considerable tamaño no aptas para el asiento, situadas cada una en un extremo del asiento y condicionadas por las extrañas formas en pico de estos bancos, como se puede comprobar en la siguiente fotografía, resaltadas en color amarillo.

En el extremo de la izquierda de esta imagen no hay sitio para sentarse sin que las piernas queden totalmente fuera, y en el de la derecha es imposible asentar nuestras posaderas pues el brazo nos lo impide, con todo ello se reduce el área útil del banco, pero no su superficie, con lo cual el precio será el de un banco con mayor área disponible para su uso.
Los bancos en cuestión están obligando a los transeuntes a adoptar extraños escorzos al sentarse, en lugar de ofrecer un espacio ámplio y cómodo para el descanso, como es su función.
Esto sucede demasiado a menudo, muy a mi pesar, cuando el diseñador hace primar la forma sobre la función, dando lugar a diseños bellos o al menos interesantes, que seguramente se ganarán un puesto en algún libro o catálogo, pero que no cumplen como debieran su función primordial, aquella para la que fueron creados.
No creo que a los transeuntes que necesiten descansar les importe si los bancos en los que lo hacen tienen un diseño que encaja con el resto de la calle, sino que esperarán de estos que sean cómodos, como cualquier banco que se precie, y que les permita sentarse en una posición sencilla, sin tener que recurrir a poses de amazona clásica a lomos de algún caballo.
La culpa es de los políticos que compraron estos bancos pero en especial a quien los diseñara por haberse olvidado, como tantas veces, de que el diseño, al contrario que el arte, persigue la utilidad por encima de la belleza. Sabemos porque lo vemos a diario, que no es dificil aunar estos dos conceptos, sólo es preciso poner un poco de interés.

Enlaces de interés:
Sobre la reforma.
Más sobre la reforma
Historia de la calle

lunes, 1 de noviembre de 2010

La Coca Cola de Flash Gordon

Es la comidilla en los ámbitos diseñiles de internet. Hace poco que apareció pero ya todo el mundo habla del diseño de la botella de Coca Cola que ha realizado Jerome Olivet.
El tal Olivet, es un diseñador que ha elaborado un nuevo diseño para la botella en cuestión por su cuenta y riesgo, sin que exista un encargo de por medio.
Rápidamente, la botella se ha hecho un hueco en blogs y foros all over the world y no han sido pocos los que han vaticinado el fin de la botella tradicional en beneficio de esta nueva, incluso muchos han creido que esta es realmente la nueva botella de Coca Cola.
Es normal que un diseño como ese, que parece creado por Alex Raymond para alguna nave de Flash Gordon o del malvado Ming, haga correr ríos de píxeles y que los más prontos al sensacionalismo vaticinen el fin de nuestra querida botella, también conocida como Contour.
Por eso conviene explicar razonando por qué, a mi juicio, esta botella no puede sustituir a la anterior, aunque existiera la intención por parte de la empresa.
¿Qué hace tan buena a la botella tradicional en contra de esta?
En primer lugar: Reconocimiento.
Todo el mundo reconoce la silueta de la botella pues la distingue desde 1915 (Con ligeras variaciones a lo largo de los años). De hecho, en muchas ocasiones la mera silueta de la botella ha servido y sirve como publicidad de la marca, pues permanece en la memoria colectiva y basta con ver su forma para pensar en la chispa de la vida. La botella de Olivet tiene una forma que no es en absoluto tan reconocible para el público como es la otra, y pedir que los consumidores se la aprendan es trabajo perdido.
En segundo lugar: Economía.
La botella actual de Coca Cola, tanto si se produce en cristal como plástico así como en algún otro material, se fabrica de una sola pieza más el tapón. Esta nueva necesitaría de dos piezas diferentes, que habría que fabricar por separado, tal vez en materiales diferentes, y posteriormente ensamblar y pegar. Eso hace que el coste de la producción se encarezca, lo cual no es deseado por ninguna empresa, especialmente con una producción como la de Coca Cola y en estos tiempos de hacerle agujeros al cinturón que corren.
En tercer lugar: Ergonomía.
La botella Contour fue diseñada para ser sujetada con una sola mano sin que resbale. No sé cómo habría que agarrar la Mystic para que no resbalase de las manos.
En cuarto lugar: Espacio para la marca.
Ya sea en la etiqueta de papel de las botellas como en las latas, Coca Cola se encarga de colocar bien visible su famoso logotipo, para que desde cualquier lugar se distinga. La botella diseñada por J.O. deja un espacio demasiado pequeño para la marca como para que la Coca Cola se interesase.
En cuarto lugar: la costumbre.
La botella Contour lleva tanto años con nosotros que ya forma parte de nuestra rutina y nos hemos acostumbrado a ella, a su tacto y a la forma como se adapta a nuestra mano. La implantación de la Mystic requeriría acostumbrarnos a un elemento extraño, lo cual nos induciría de nuevo a rechazarla.
En definitiva; La botella del francés es bonita y resulta interesante como experimento formal, pero nada más. De todos modos se agradece que alguien quiera ir más allá de lo establecido e innovar en esta época de clones descarados y retornos al pasado que nos azotan.



Y lanzado en esta botella-cohete he comenzado este blog, pronto más y tal vez mejor.

Enlaces Relacionados.
Sobre el creador de la botella.
Historia de Coca Cola
Historia de la botella Contour.

Empezando

Comienzo hoy a llevar este nuevo blog con la intención de convertirlo en un lugar para la crítica del diseño, ya sea gráfico como industrial, de producto, etc.
Quiero dar lugar aquí a críticas que resalten lo positivo o negativo del diseño que nos rodea.
Deseo que este sea un blog participativo, donde todo el mundo pueda dejar sus comentarios para que entre todos incentivemos la tan necesaria crítica del diseño.
Espero que la empresa salga adelante con éxito.