miércoles, 9 de marzo de 2011

Obras maestras del diseño: La imagen gráfica Nazi

Todo diseñador sabe que conseguir que un diseño produzca el efecto deseado en el espectador es responsabilidad tanto de la calidad del diseño en sí, como del interés que se ponga en la aplicación y difusión del mismo. Con tal fin existen los llamados manuales de aplicación gráfica o libros de estilo.
Son estos compilaciones de la forma en que un diseño, generalmente un logotipo, deberá representarse, imprimirse, mostrarse y presentarse en definitiva. En ellos se definen los tamaños, las proporciones, los colores y las diferentes aplicaciones del diseño y resultan de gran utilidad.
De este modo las empresas se asegurarán que su logotipo e identidad gráfica sea representada en cualquier lugar en base a unas normas básicas prefijadas, sin lugar a la arbitrariedad que pudiera perjudicar la imagen.
Sin embargo los libros de estilo no siempre han servido para la expansión de una empresa o institución, sino que existe un precedente creado con unos fines siniestros pero con resultados fascinantes.
En 1937, Adolf Hitler tenía en mente un plan que por desgracia todos conocemos, hacerse con el control mundial a cualquier precio, incluyendo el exterminio de aquellos que no se ajustaban a su modelo. Para ello sus estrategias fueron variadas, entre otras la de crear un partido que le otorgara el poder que no conseguía con el gobierno pues de este modo contaba con un ejército propio.
Para conseguir los objetivos del partido nacional socialista, necesitaba contar con el apoyo de una mayoría que le otorgara el poder en las urnas, y para conseguir ese apoyo se sirvió de una retórica dialéctica muy poderosa y de una no menos potente imagen gráfica en forma de una parafernalia visual que ha hecho historia.
El símbolo de su partido era la esvástica, un antíguo signo oriental que podía tener significados opuestos según en qué dirección giraran sus aspas pero que pronto perdió su original significación para ser únicamente un elemento gráfico de gran potencia, sencillo, creado sólo con líneas rectas negras sobre un círculo blanco enmarcado en un fondo rojo. Una imagen poderosa por su sencillez y su brillante elección del color que está a la altura de la mayoría de los mejores logotipos actuales.
La esvástica tiene la misma fuerza gráfica que el swoosh, la manzana de Apple, El círculo negro de la American Broadcasting Company o el oso panda de WWF entre muchos otros. No sólo tiene la misma fuerza, sino que es igualmente moderno pese a su antiguedad.


En los años anteriores había funcionado en la misma Weimar la Bauhaus (Que fuera cerrada por el propio partido Nazi) sentando las bases del diseño racionalista que tanta influencia tienen aún hoy en día, de ahí que no sea extraño que en esa época y lugar se eligiera para un partido político armado una imagen tan alejada de la de otros movimientos políticos dictatoriales tan propensos a símbolos ornamentales y barrocos.
Pero la esvástica por si misma no servía para atraer a las multitudes fascinadas por aquel hombre que dirigía arengas a unas gentes que escucharían a cualquiera que les ofreciera unos culpables para sus problemas de pobreza y miseria y que conseguía su atención y seguimiento en unos mítines donde la aplicación de la esvástica y su simbología resultaba más cercana al cine de ciencia ficción que a la realidad alemana de los años treinta.
Los nazis sabían muy bien cuan grande era la necesidad de crear una imagen unitaria, una simbología que les identificara en cualquier lugar, que hiciera reconocible a su partido y lo que este hiciera en todo el mundo, y para ello pensaron en Rober Ley, jefe del frente de trabajo alemán pero del que no se recuerda más que su gran afición al alcohol y las consecuencias de este en su persona.
Oficialmente, Ley es el creador del Organisationsbuch der NSDAP, el libro de estilo de toda la imagen nazi.
Este es un volumen de más de seiscientas páginas encuadernado en tela y escrito con la tipografía gótica característica de alemania en esa época, en el que queda reflejado cada una de las aplicaciones visuales de la estética nazi. 
Nada escapa de este libro, todo fue reflejado, cada placa, cada uniforme con sus enseñas, medallas y galones, cada bandera, cada distancia entre los barracones de un campamento. Las armas, las diferentes jerarquías en el ejército, los mapas, los instrumentos musicales militares, los logotipos de organismos dependientes como el de las SS o la Luftwaffe, los cordones de los uniformes de gala, todo quedó estudiado y organizado en este libro adelantado a su época.

Se dice que alguien como Ley no fue capaz de crear por sí solo una obra así y que detrás está la figura de Joseph Goebbels, auténtico artífice de la poderosa estética nazi y responsable de los actos multitudinarios que fascinaron a las masas.
El Organisationsbuch se adelantó a su tiempo en la minuciosidad y detalle con que cada elemento ha sido descrito, en la visión previsora de quién fuera su verdero autor al prever cada mínimo detalle visual de la prevista expansión del ejército Nazi. Determinó con precisión cómo se aplicaria la imagen nacional socialista sin dejar escapar un sólo aspecto de esa aplicación y el resultado se convirtió en un ejemplo para diseñadores futuros, fruto de una época pero con validez en la actualidad.
Si bien el destinatario y el objetivo de aquel trabajo eran siniestros, el resultado fue fascinante dando lugar a uno de los mejores ejemplos de la importancia que tiene el diseño en cualquier forma de comunciación, independientemente de cual fuera su mensaje. 
El Organisationsbuch consiguió que todo lo referente a la estética nazi fuera reconocible en cualquier punto del planeta al que llegó el ejército de Hitler y lo hizo con belleza dentro del horror, una belleza que sigue fascinando hoy en día más allá del mensaje político, que ha influído incluso a alguna célebre serie de televisión. 

El cine bélico durante años se encargó de recordarnos como fue aquella expansión visual de una forma que no quedó reflejada en los documentos de la época por la ausencia del color. En las mejores películas hemos visto las calles alemanas engalonadas con las banderas rojas, blancas y negras y hemos entendido de qué forma los mítines de Hitler atraian a las multitudes como lo hace hoy en día un concierto de la última estrella del pop, dándo al público lo que necesitan pero con muy diferentes resultados. Las enormes banderas rojas, los uniformes negros con brazaletes tricolores y otros elementos innovadores del partido nazi tienen aún hoy en día, cuando el diseño nos ha ofrecido tanta maravilla, una capacidad de fascinación única independiente del fin con que fueron creados, un poder especial, el poder de la sencillez y la meticulosidad del buen diseño, sea cual sea el mensaje, pues no siempre este es igual al medio, diga lo que diga McLuhan.


Enlaces de interés:
El Organisationsbuch en PDF
Sobre la Esvástica
Sobre Robert Ley
Sobre Gohebbels
Sobre la Bauhaus