viernes, 20 de julio de 2012

El respeto

Ultimamente los mentideros del diseño en la web hierven de comentarios sobre un par de asuntos que en apariencia pueden parecer distantes pero que a mi juicio tienen mucho que ver. Por un lado se habla del uniforme que vestirán los deportistas españoles en las olimpiadas y por otra parte del uso que empresas e instituciones están haciendo de las plataformas de croudsourcing.
Las olimpiadas están a la vuelta de la esquina y ya todo el mundo conoce el uniforme que vestirán nuestros deportistas. El uniforme en cuestión, en todas sus variedades y complementos, resulta un cruce entre la vestimenta de algún campesino eslavo y los complementos que se lucen en las discotecas más horteras de los polígonos un sábado por la noche.
El problema principal no es la mayor o menor fealdad del diseño, sino que absolutamente nada tiene que ver con España, con el deporte español o con el diseño que en este país se desarrolla. Los espectadores de todo el mundo verán a los deportistas españoles competir disfrazados de personajes de película de Kusturica y esa será la imagen que se lleven de nuestro país pues en esa ropa no hay nada nuestro, tan sólo los colores de la bandera distribuidos entre florituras y ornamentos platerescos, en riñoneras de chulo piscinas y faldas de matrioska mal dibujada.
Los uniformes españoles no han sido encargados a un diseñador español, a alguien que conozca nuestra cultura con suficiente cercanía para elaborar un diseño adaptado a ella, sino que son obra de una empresa italo-rusa llamada Bosco Sport que debe tener una imagen de España trasnochada y absurda.




El argumento aducido por el COE para la elección de la empresa es el de que ha realizado su trabajo gratis, lo cual me recuerda a una escusa idéntica al elegir a Tapsa como creadores del logotipo de la próxima candidatura olímpica. Tanta gratuidad relacionada con las olimpiadas me mosquea, me resulta extraño que las empresas regalen su trabajo y mi mente se pierde en los vericuetos del posible beneficio que obtengan, pero eso es otro asunto.
Para colmo, el COE se queja de que ningún diseñador español ha acudido a ellos, acostumbrados como están a que los diseñadores mendiguemos nuestro trabajo, olvidándose de que les corresponde a ellos ser consecuentes y elegir al diseñador adecuado para cada encargo.
Al fin y al cabo todo es una nueva muestra, una vez más, de cómo las instituciones muestran una profunda falta de respeto hacia el diseño, y como muestra ejemplo el segundo asunto del que quiero hablar aquí, Adtriboo.
Adtriboo es una plataforma de crowdsourcing, es decir, una página web en la que aquél que necesita un diseño lo solicita fijando de antemano la cantidad a pagar, y todo aquél que lo desea ofrece su diseño, con lo cual cualquier empresa se hace con una gran cantidad de propuestas en un momento por un precio irrisorio. 
Esta especie de casa de subastas de briefings, que no es la única en internet pero sí la más conocida, cuenta con una cantidad de visitas apabullante y la respuesta a cada petición de diseño es muy grande en cantidad de candidatos, que no así en calidad de las propuestas. Basta con echar un vistazo a las propuestas para comprender que la mayoría de los concurrentes son estudiantes o meros aficionados a los que no les importa vender su trabajo por el bajo precio que se suele pagar. Lo que realmente resulta indignante es ver como empresas del tamaño de Telepizza pagan 1000 euros por su nuevo logotipo y, mucho más hiriente, que el propio Gobierno de España se sirva de Adtriboo para obtener un nuevo logotipo para el INAEM por una cantidad miserable.
No culpo a Adtriboo pues sería como matar al mensajero, ellos ofrecen su servicio y cada cual se sirve de él como considere oportuno aunque no por ello dejen de aportar su granito de arena a la degradación de esta profesión, pero sí acuso a las instituciones que la usan mostrando de este modo su eterno desprecio hacia el diseño, como ha sucedido con el caso de los uniformes olímpicos puestos en manos de una empresa que no sólo ha realizado un diseño vulgar, chabacano y ajeno a España, sino que además ha usado el mismo diseño en otros dos países, Ucrania y Rusia, cambiando sólo los colores y mínimos detalles.
En este país en el que cualquiera con un cursillo de word se considera diseñador, el diseño no ha estado nunca menos valorado. El que ofrece el presupuesto más bajo es el que se lleva el gato al agua, independientemente de la experiencia o profesionalidad, tanto da, total son cuatro colorines.
No se nos respeta cuando se suprimen los grados superiores de diseño, cuando la representación de España en las olimpiadas viste de adivina zíngara, cuando se convoca un concurso para elegir un logotipo y el resultado se entrega a una agencia para que lo destroce a su gusto, cuando se nos exigen infinidad de cambios y modificaciones sin variar el presupuesto, cuando todo el mundo se cree en condiciones de opinar y corregir como no lo harían con ninguna otra profesión.
No se nos respeta porque se nos considera pintamonas, artistillas con mucho tiempo libre que queremos cobrar por algo que hacemos en "cinco minutos", cierto, pero no se nos respeta porque participamos en masa en Adtriboo, porque nos vendemos por mucho menos de lo que valemos, porque no unificamos precios, porque no puede más la envidia entre colegas que una unión potente que nunca llegará, porque cada cual camina por este mundo agrio como borrico sin cabezada dando tumbos a su aire, sin tener en cuenta a los colegas, intentando levantar la cabeza por encima de los demás y el que venga detrás que se aguante, sobre todo en estos tiempos aciagos.
No se nos respeta porque no nos respetamos, y mientras los diseñadores de cualquier área no empecemos a querernos y a unirnos, mientras no abandonemos la carrera de ratas en la que nos hemos sumergido nadie nos sacará de allí pues cuanto más hundidos estemos más baratos resultaremos y el prestigio de nuestra profesión, si es que nos queda algo, les importará un bledo.





De interés:

Sobre el uniforme olímpico.

La respuesta del Coe
Bosco Sports

Adtriboo
Logotipo de Telepizza.